Hoy quiero compartir con los lectores de la revista las sensaciones que vivo cada año cuando las luces del patio de butacas se apagan y se ilumina el escenario para concentrar toda nuestra atención en los proyectos enfermeros finalistas de los Premios Enfermería en Desarrollo. Previamente, por la mañana, he asistido al ensayo general. Conozco el guión y sé todo cuanto va a pasar. Sin embargo, cuando la gala comienza tengo la sensación de que todo ha cambiado. Y lo ha hecho gracias a las enfermeras premiadas. Sus trabajos y sus reflexiones protagonizan el guión no escrito ni previsto por nadie. Ellas son las que nos hacen crecer más y más cada año. Estos días tengo muy presente el testimonio de Sandra Duque, quien nos sorprendió a todos dándose las gracias a sí misma. Captó nuestra atención con unas palabras amables y llenas de frescura, con las que  subrayó todo el esfuerzo, personal y profesional, que le había supuesto su proyecto: “Me voy a dar las gracias a mí misma”, dijo. “Pero un montón, porque no es nada fácil ser profesional, madre, trabajadora en casa… Y estudiar, hacer un máster, prepararte más, investigar y hacerlo todo cuando te apetece descansar… Finalmente, te pones en el ordenador y sigues y eso es lo que hago en estos momentos… Sigo. Gracias a todos los que hacen que la enfermería aparezca en el corazón y la mente de nuestros pacientes”.

El discurso de Sandra no estaba en nuestro guion. No lo controlábamos, pero sus palabras superaron todas las expectativas que habíamos depositado en los premios. Su testimonio es una muestra de cómo los enfermeros disfrutamos con nuestro trabajo y superamos con el amor por lo que hacemos las dificultades que nos podamos encontrar en el camino. En ese momento, Sandra hizo que recordara una entrevista de televisión que vi, hace ya unos años, al psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi. En ella hablaba de su teoría del flujo como el secreto de la felicidad. Pintores, músicos, científicos, personas de todos los tipos y de diferentes perfiles, tienen el mismo punto en común: disfrutan con lo que hacen, cosas que llenan de significado y valor sus vidas. Están tan involucrados en su actividad, son tan felices con su trabajo, que nada les importa, ni el esfuerzo ni el tiempo invertido para llevarla a cabo. Así trabajamos los enfermeros y es lo que reflejan las palabras de Sandra.

Pero voy más allá. En todos sus discursos, los ganadores agradecieron la apuesta que habían hecho por ellos los responsables de sus centros, apoyando el proyecto que les habían planteado. Esto también es necesario y es la obligación que tienen las administraciones públicas y quienes tienen poder de decisión sobre el trabajo enfermero: deben garantizar las condiciones laborales y profesionales para que se produzca el estado de flujo, pues todos saldremos beneficiados de él.

Aquí puedes leer el artículo de Víctor Aznar en Redacción Médica