Una vez conocida la feliz noticia de la recuperación de Teresa Romero en su lucha contra el ébola y aunque aún se desconocen las conclusiones de la investigación iniciada para concretar las causas del contagio de la auxiliar de enfermería afectada, todo aquel que ha seguido con interés lo acontecido habrá sacado ya sus primeras conclusiones.

En mi opinión, el caso del contagio de ébola de Teresa y la gestión de la crisis sanitaria abierta a raíz de su conocimiento ha demostrado que nuestro sistema sanitario ha vuelto a incurrir en errores cometidos en crisis sanitarias pasadas, haciendo realidad el manido dicho de que el ser humano siempre tropieza dos veces con la misma piedra, o tres, o cuatro…

Hemos visto, en primer lugar, como no existía la necesaria coordinación entre las administraciones estatal y autonómicas a la hora de desarrollar los protocoles y planes de actuación contra el ébola.

Hemos visto como los profesionales sanitarios que, en cualquier momento, podían tener que atender a un paciente sospechoso o contagiado con el virus no tenían la información, formación y adiestramiento adecuado.

Hemos visto como los recursos materiales (trajes, instalaciones…) necesarios para la asistencia a estas personas eran escasos e inapropiados.

Hemos visto como la estrategia de comunicación a la sociedad y a los propios profesionales sobre de lo que estaba pasando y sus posibles consecuencias ha generado el efecto contrario al perseguido: intranquilidad, desconfianza, alarmismo

Y, además, hemos visto una notable falta de responsabilidad, rigor y seriedad por parte de algunas autoridades sanitarias y políticas al hacer temerarios juicios de valor sobre lo acontecido. La declaraciones del consejero de Sanidad madrileño se descalifican por sí mismas, por ejemplo.

Afortunadamente, lo que también hemos visto es el encomiable esfuerzo y dedicación de los profesionales sanitarios ante una crisis de esta magnitud. Especialmente, de todos aquellos que directamente han atendido a Teresa o a los casos sospechosos en un ambiente de tensión y presión constante.

Y reitero lo de todos, porque lo conseguido es gracias al trabajo conjunto de todos los profesionales.  Especialmente destacable es la labor del colectivo al que me siento muy orgulloso de pertenecer, ya que en torno al 95 por ciento de las intervenciones en el proceso de atención y cuidados seguido a estas personas han sido realizadas por las enfermeras.

¿Aprenderemos en esta ocasión de los errores cometidos? Confiemos en que sí y no tengamos que volver a actuar de forma precipitada e improvisada cuando ya tengamos el problema encima. No hay que esperar a nuevas crisis para adoptar, y mantener en el tiempo, las medidas pertinentes que eviten casos como el de Teresa.

Aquí puedes leer el artículo de Víctor Aznar en ConSalud.es