Sancionan a una enfermera embarazada por negarse a preparar medicamentos peligrosos”. Una vez más, la actualidad informativa, a golpe de titular, nos alerta sobre una situación que es desconocida para la práctica totalidad de las personas.

Los medicamentos previenen, alivian o mejoran el estado de salud de las personas enfermas, sí, pero algunos, no todos, son muy peligrosos. En el caso de los pacientes, su incidencia sobre la salud queda justificada por presentar un balance riesgo/beneficio favorable, pero debe extremarse la cautela en su uso y manipulado por parte de los profesionales sanitarios y cuidadores para los que, lógicamente, no existe tal beneficio clínico.

Es por ello que las distintas administraciones públicas y las instituciones sanitarias privadas deben adoptar las medidas necesarias para evitar o minimizar la exposición a estos medicamentos y garantizar unas condiciones óptimas de trabajo y seguridad a todos sus profesionales.

Esta es la teoría. La pregunta es, si en la práctica, se está cumpliendo en los centros sanitarios de nuestro país lo que la norma exige. Cierto es que en los últimos años se ha producido un avance innegable pero también lo es que aún se producen situaciones como la de la enfermera de la información a la que aludía al inicio del artículo, la cual se encontraba embarazada y fue expedientada al negarse a preparar un fármaco si no podía hacerlo en el servicio de farmacia que contaba con la infraestructura adecuada, a lo que, al parecer, la unidad y el centro se negaron.

Hay que recordar que los factores que condicionan el riesgo de exposición de los profesionales son, no solo la peligrosidad intrínseca del medicamento, sino también la utilización de medidas de prevención (Cabina de Seguridad Biológica, sistemas cerrados de transferencia de medicamentos, procedimientos de limpieza, gestión de residuos…), la estructura adecuada (formación y capacitación de los trabajadores, instalaciones, disponibilidad de sistemas…), o el nivel de exposición del profesional.

Se trata de un asunto que no es baladí. Siempre se debe aplicar la mayor protección e información tanto al personal manipulador como a los cuidadores. Hablamos, no lo olvidemos, de fármacos potencialmente cancerígenos, mutágenos y/o tóxicos sobre órganos y sobre la reproducción.

Por ello, desde la publicación a finales del pasado año de la Guía de Medicamentos Peligrosos, elaborada por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT), nuestra organización ha intensificado las actuaciones informativas y de exigencia ante las administraciones públicas e instituciones sanitarias privadas para evitar que un profesional vea afectada su salud.

Unas actuaciones que se incluyen en una estrategia general del Sindicato de Enfermería en materia de salud laboral que busca proteger a los profesionales enfermeros ante los múltiples factores derivados del trabajo que pueden afectar a su salud, pudiendo llegar a tener consecuencias muy negativas. Se trata de factores de riesgo muy particulares que exigen medidas y niveles de protección específicos.

Seguiremos insistiendo pero la pelota está en el tejado de los gestores sanitarios. No se puede registrar ni un solo caso más de un profesional que ponga en riesgo su salud cuando realiza su trabajo de la mejor manera posible. Es su salud pero también la de todos, porque la nuestra depende mucho de ellos.

Aquí puedes leer el artículo de Víctor Aznar en Redacción Médica