La responsabilidad con el rol y el papel que la enfermería desempeña en la sociedad, la pasión por el cuidado y el compromiso por que llegue a todas las personas que lo necesitan, independientemente de sus circunstancias personales, son valores que identifican nuestro trabajo. Innumerables y valiosos son los ejemplos de enfermeras que tratan de ocupar con su presencia los espacios que la sanidad pública no cubre. Gracias a su dedicación están presentes allí donde nadie más llega. ¿Alguien puede dudar de la necesidad de contar con expertas en lactancia que solucionen los problemas que puedan tener las madres? ¿De la necesidad de contar con profesionales dedicados a la atención de los niños con alguna enfermedad rara que van a requerir cuidados específicos a lo largo de toda su vida? ¿O de la necesidad de buscar tratamientos específicos, como el método Bobath, para contribuir al desarrollo de los niños con parálisis cerebral?

En todas las situaciones anteriores sobresale la pasión por su trabajo de profesionales excepcionales. Son enfermeras que están presentes en realidades vulnerables, allí donde más necesarias son. Con su actitud y aptitud evitan la existencia de niños de tercera clase, como los calificó Gloria Fuertes en uno de sus poemas más sociales, dedicado a la infancia e inspirado en sus propios recuerdos y vivencias de niña:

Como el tren de mi infancia,/ niños de tercera clase,/ niños del cuarto mundo,/ niños del quinto color,/ niños sin casa,/ sin escuela,/ sin comida,/ sin enfermera./ Niños sin lapicero,/ que dibujan con el dedo/ sobre el polvo del suelo, /un gato.

El poema de Gloria Fuertes manifiesta cómo la ausencia de enfermeras es una señal de carencia y de necesidad. Esta misma denuncia la podemos extrapolar a nuestra realidad actual, a pesar de que ya nadie sería capaz de poner en duda la estrecha relación entre salud y desarrollo. Es una evidencia, aceptada por todos, que una buena salud es imprescindible para el desarrollo pleno de la sociedad. Por este motivo, tenemos que seguir reivindicando la necesidad de que las enfermeras estén junto a los niños, como garantes de su salud y de sus cuidados, como promotores de sus hábitos de vida saludable, como puerta de entrada y contacto con un sistema sanitario público capaz de atender y resolver todas sus necesidades. Ningún niño sin enfermera, como reivindica el poema de Gloria Fuertes.

Aquí puedes leer el artículo de Víctor Aznar en Enfermería en Desarrollo