“La cama ya nos la han hecho, o despertamos o no nos dejan que nos levantemos en otros 40 años…” Esta frase la oí en boca de una compañera en una de las jornadas celebrada hace unos días para informar sobre las consecuencias que tiene para nuestra profesión la entrada en vigor del Real Decreto de antiprescripción enfermera, y tiene toda la razón.

Como todo el mundo sabe a estas alturas, el Ministerio de Sanidad se la jugó a nuestro colectivo en el último momento y modificó unilateralmente una norma que, de haberse atenido a lo consensuado previamente, habría supuesto un paso muy importante en nuestro desarrollo profesional.

Además, nos habría dado seguridad laboral al conllevar la cobertura legal (penal y civil) que necesitamos para una actuación que realizamos de manera habitual, evitando así que siguiera sujeta a interpretaciones y ambigüedades.

Por el contrario, ahora todos los profesionales enfermeros nos encontramos en una grave situación de inseguridad jurídica porque, si no cumplimos lo que dice el artículo 3.2 del Real Decreto de antiprescripción, y usamos e indicamos algún fármaco sujeto a prescripción médica, podemos ser denunciados por un delito de intrusismo profesional.

No solo han acabado de un plumazo con nuestras lógicas y justas aspiraciones de un mayor reconocimiento y desarrollo profesional en base a nuestros conocimientos, capacitación y práctica diaria, sino que nos han colocado en una posición de indefensión muy delicada.

Ante esta preocupante realidad, SATSE, junto al CGE, estamos luchando para que se modifique el polémico artículo y se vuelva al texto inicialmente pactado. A nuestra lucha ya se han unido la mayoría de los gobiernos autonómicos, partidos políticos, otros colectivos y hasta muchos médicos que no entienden tampoco la “sinrazón” del Real Decreto.

Cualquier apoyo que sumemos a nuestra causa, y la presión que desde organizaciones profesionales como la nuestra se pueda hacer, es necesario, sin duda, pero la fuerza, la verdadera fuerza para cambiar las cosas reside en el propio colectivo.

Por muy manido que esté el dicho ‘la unión hace la fuerza’, no tiene menos razón, y está muy claro que lo que no consiguen 1.000, lo lograrán 2.000, 3.000, 4.000…

Por ello, es absolutamente imprescindible que todos y cada uno de los compañeros de profesión conozcan bien lo sucedido, se sensibilicen y actúen en consecuencia.

Es decir, que hagan, ni más ni menos, lo que establece la ley, y no usen ni indiquen ningún medicamento si no se cuentan con el diagnóstico y prescripción previa del médico correspondiente.

Somos conscientes de que usuarios y pacientes se verán perjudicados al tener que pasar por la consulta de su médico una, dos o tres veces, y lo lamentamos profundamente, pero, sabiendo que el problema lo han generado otros, hay que hacerles ver la injusta situación que para todos se ha generado y, al mismo tiempo, lo beneficios que la modificación del RD de antiprescripción tendría para ellos. Deben saber que somos competentes, pero no nos dejan.

Tenemos que actuar de forma contundente, ya, ahora. Si no lo hacemos, nuestra causa se olvidará y caerá en saco roto. Los que quieren que la enfermería no se empodere y se mantenga en una posición subordinada, meramente colaborativa y dependiente, habrán ganado. No podemos consentirlo.

Queremos más reconocimiento, más visibilidad, ni más ni menos lo que nos merecemos por nuestra incuestionable labor dentro del sistema sanitario, pero lo que está claro es que si no “despertamos”, como decía la compañera, y ganamos entre todos esta batalla,  no disfrutaremos del futuro que para nuestra profesión queremos todos.