Alpha Zero es una inteligencia artificial capaz de aprender ajedrez sola. Tras jugar cerca de cinco millones de partidas contra sí misma durante cuatro horas, obtuvo el mismo conocimiento que los humanos en casi 1.400 años. Esto, le permitió ganar a Stockfish, el campeón mundial de computadoras de ajedrez. La noticia deslumbró a los ajedrecistas y asombró al público en general. Sin embargo, muy poco se comentó que el diseño del programa lo había realizado una empresa británica propiedad de Google, con una división destinada a la sanidad. Entre sus proyectos, destacan tecnologías para reducir los tiempos de planificación de los tratamientos de radioterapia a partir del mapeo de la cabeza y el cuello del paciente o aplicaciones de alerta temprana que analizan los datos de la persona hospitalizada y envían alertas a los profesionales sanitarios, entre ellos las enfermeras, en caso de que sea necesaria una intervención urgente.

En España, tal y como podemos leer en este número de la revista Enfermería en Desarrollo, también contamos con ejemplos de innovación liderados por enfermeras y fisioterapeutas. En el Hospital Universitario del Henares, han diseñado un sistema informático con un algoritmo que anticipa el deterioro de los pacientes en las plantas de hospitalización. Mientras que en el Centro de Rehabilitación Neurológica FOREN de Tres Cantos (Madrid) han diseñado un método de neurorehabilitación que emplea la realidad virtual y ha obtenido galardones internacionales en directa competencia con multinacionales como Microsoft.

Como vemos, queda claro que en nuestro país contamos con profesionales con el conocimiento y el talento necesarios para liderar la innovación y la investigación en campos como la inteligencia artificial. De hecho, todos los expertos en la materia coinciden en que la salud, junto con la educación, son los ámbitos donde mayor impacto va a tener la inteligencia artificial. Solo resta que las administraciones y las empresas privadas apuesten por ello, con la financiación y los equipos de investigadores y los recursos materiales necesarios para permitir el desarrollo de proyectos como los del centro FOREN o el Hospital del Henares.

De momento, en España la iniciativa más ambiciosa ha sido la constitución de un grupo de sabios que va a abordar las implicaciones sociales, jurídicas y éticas de la utilización de la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data con el objetivo de elaborar un Libro Blanco sobre la materia. Esto es testimonial en comparación con países como Alemania, donde la fundación Max Planck Society, financiada por su Gobierno, cierran acuerdos con Amazon para que la multinacional norteamericana invierta 1.500 millones de euros en crear un centro de investigación en inteligencia artificial.

Es necesario situar esta cuestión en la agenda de gobiernos y empresas privadas españolas para no quedarnos atrás. Si no es así, volveremos a caer en el tópico unamuniano del “que inventen ellos” y seguiremos situados en el furgón de cola de la Unión Europea. En el mejor de los casos, veremos cómo nuestros científicos e investigadores, algunos de ellos enfermeras, emigran para encontrar las oportunidades que aquí les negamos.

Puedes leer el artículo de Víctor Aznar en Enfermería en Desarrollo