Ideólogo y promotor del Sindicato de Enfermería Satse en sus comienzos, hace ya más de 30 años, Víctor Aznar ha liderado el movimiento sindical enfermero en España desde sus comienzos. Desde 2017 está centrado en la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería (Fuden), de la que es presidente.

Su perspectiva sobre la crisis generada en España por el coronavirus se une al documento ‘Lecciones del Covid-19‘, que impulsa el diario Redacción Médica como punto de partida para la reformulación del sistema sanitario ante situaciones futuras similares.

¿Cuáles son los aciertos y errores que considera que se han cometido durante la crisis?

Tenemos una memoria muy frágil. Esta crisis ha demostrado que no hemos aprendido nada de las epidemias de ébola, por ejemplo, o de la anterior pandemia de gripe A. La experiencia que tuvimos no ha servido para nada. Las anteriores crisis sanitarias no han servido para nada. Y esto ha llevado a cometer una cadena de errores.

El impacto de la covid-19 en nuestro país evidencia que la Atención Primaria no tiene la importancia que debería de haber tenido. Ha sido olvidada y arrinconada, pues la resolución de la crisis solo se ha apoyado en la Atención Especializada. La respuesta se tendría que haber apoyado sobre la Primaria, donde las enfermeras podríamos haber desempeñado un papel fundamental en el diagnóstico precoz y en el tratamiento y cuidado de los pacientes con la infección en sus domicilios. Esto hubiera evitado muchos contagios, como los que se han producido en las urgencias hospitalarias.

En las grandes ciudades, habría que haber dedicado un gran hospital en exclusiva a la atención de las personas con el virus y la enfermedad. Ha sido un error desatender a las personas con otras patologías y no dar una respuesta a todos los problemas de salud de la población. Ahora vamos a comenzar a sufrir las consecuencias negativas de esta decisión.

En el caso de las enfermeras, hemos vuelto a demostrar la capacidad de resolución y de adaptación que tenemos a cualquier circunstancia. Somos capaces de trabajar en todos los ámbitos donde sea necesario, con flexibilidad y responsabilidad

Además, habría que haber tenido una mayor sensibilidad con los grupos de población más vulnerables, como los ancianos. Las residencias tendrían que haberse medicalizado.

En relación con los aciertos, me gustaría subrayar la gran respuesta de la sociedad, con el rigor de los ciudadanos para cumplir con todas las medidas planteadas con el fin de frenar los contagios. Por supuesto, quiero subrayar la implicación de todos los profesionales sanitarios. En el caso de las enfermeras, hemos vuelto a demostrar la capacidad de resolución y de adaptación que tenemos a cualquier circunstancia. Somos capaces de trabajar en todos los ámbitos donde sea necesario, con flexibilidad y responsabilidad, dejando a un lado nuestras reivindicaciones como profesión. Como he afirmado ya en varias ocasiones, ahora, que se está evaluando todo, es el momento de que nos escuchen, nos permitan dar nuestra opinión y la tengan en cuenta.

Ante una crisis similar futura ¿qué medidas deberían de adoptarse ya de forma preventiva en cuanto a recursos humanos, recursos materiales y gestión / organización?

Claramente, todos los actores implicados tienen que creerse, de verdad, que la Atención Primaria y la salud pública son prioritarias para el sistema sanitario. Tiene que haber una apuesta decidida por ello y esto no se debe quedar en papel mojado. Seguimos en un sistema hospitalocentrista y esto debe cambiar. Tienen que apostar por la enfermería, con una adecuada distribución de los recursos. Desde AP se puede evitar el colapso de las urgencias hospitalarias, se puede fomentar la prevención de los contagios y se puede realizar un diagnóstico precoz, evitando las grandes cadenas de transmisión del virus. Así de claro.

También es necesario conceder una especial atención a la población de riesgo y a los colectivos más vulnerables, como los ancianos y las personas que viven en residencias, los pacientes con enfermedades crónicas y la población que pueda sufrir algún tipo de marginación. Deben tener un tratamiento especial y esto solo se logra mejorando la atención socio-sanitaria. Hay que potenciar todos sus recursos. No podemos permitir que se vuelva a diezmar el capital humano y material de nuestro sistema sanitario. Primero, las personas con alguna enfermedad, los más vulnerables.

En relación con los recursos materiales, el desabastecimiento que hemos sufrido está claramente vinculado con la globalización. Se ha demostrado que todos los países no podemos depender de las compras en China. Tenemos que ser autosuficientes e independientes. Para lograrlo, tenemos que primar y apoyar financieramente a empresas españolas que sean capaces de dar una respuesta eficaz e inmediata en contextos de crisis y de cambiar su producción para abastecer al país de los artículos que necesite, ya sean respiradores, mascarillas, equipos de protección o la tecnología sanitaria necesaria para garantizar la atención de la población. Además, no podemos seguir entregados a la economía de la improvisación. Es imprescindible almacenar todo lo necesario para garantizar el funcionamiento del sistema sanitario al cien por cien. Durante una situación de crisis, los recursos sanitarios no pueden desaparecer. Por ello, hay que tener previsto qué centros vamos a destinar a la pandemia y cuáles van a seguir con su normal funcionamiento.

En materia de gestión y organización, tienen que contar con los profesionales que nos hemos implicado más allá de nuestras capacidades humanas en la solución de los problemas provocados por la pandemia. Están incurriendo en un desprecio importante hacia las enfermeras. Nos tienen que escuchar y tienen que adoptar las propuestas que planteamos.

Indudablemente, el control de este tipo de pandemias tiene que pasar por una apuesta decidida por la atención domiciliaria y el diagnóstico precoz. Insisto, por la Atención Primaria. En este ámbito, la enfermería desempeña un papel fundamental. De forma paralela, tienen que dotarnos de los medios humanos y materiales necesarios. Siguiendo el lenguaje bélico empleado por el gobierno, no pueden mandar profesionales a la guerra sin armas. Es una aberración.

¿Qué podría haber aportado el entorno de la enfermería que no haya podido hacer por la premura en el estallido de la crisis?

De manera concreta, enfermería podría haber desempeñado un papel destacado en el diagnóstico precoz de los contagios, en el aislamiento de las personas con el virus en sus domicilios y en la medicalización de las residencias donde vive la población de riesgo, como los ancianos. Sin embargo, volcaron todos los recursos del sistema en los hospitales, ignorando todo lo anterior.

Además, si hubieran desarrollado las especialidades enfermeras, el impacto de la crisis hubiera sido mucho menor. Llevan 25 años sin apostar por ellas, formando a especialistas a los que después no contratan ni integran en el sistema. En estos momentos hubieran sido imprescindibles y estaríamos hablando de menos morbi-mortalidad vinculada con este coronavirus.

De una vez por todas, hay que hacer realidad los artículos 6 y 7 de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias. Tienen que permitirnos desarrollar nuestro trabajo de forma autónoma. Mientras esto no ocurra, todos saldremos perjudicados. Deben corregir ya este error.

Nadie ha pensado en las parejas de sanitarios, con hijos. ¿Quién los ha cuidado? ¿Qué soluciones a los problemas de su vida personal se les ha dado?

Y, lo más importante: el asesoramiento de las enfermeras en la Atención Primaria hubiera sido clave. Pero, claro, con plantillas diezmadas esto no es posible. Como venimos denunciando desde hace años organizaciones como el Sindicato de Enfermería, Satse, hemos sufrido una vez más el drama de tener uno de los ratios enfermera-paciente más bajos de Europa. Ha sido un descaro. No puedes tomar decisiones militarizadas, eliminando derechos como la conciliación laboral y familiar, especialmente en una profesión como la enfermería, mayoritariamente femenina. En estos meses, hemos perdido las libranzas y las vacaciones; hemos doblado turnos; y hemos estado totalmente desprotegidos, con miedo a contagiar a los familiares en el regreso a casa. Nadie ha pensado en las parejas de sanitarios, con hijos. ¿Quién los ha cuidado? ¿Qué soluciones a los problemas de su vida personal se les ha dado? Esto tienen que solucionarlo. Ha sido una situación dramática y una gran injusticia. La administración y los políticos tienen que asumir su responsabilidad política y moral, por no hablar de otro tipo de implicaciones, y atender las reivindicaciones de las enfermeras. Satse ya presentó una Iniciativa Legislativa Popular en el Congreso de los Diputados, apoyada por más de 660.000 firmas de ciudadanos, reclamando una ley que garantice un número mínimo de enfermeras por pacientes. Ahora mismo, tienen la oportunidad de aprender de los errores pasados y responder afirmativamente a esta petición de las enfermeras.

Entrevista para Redacción Médica